Existen varias subespecies, se cuentan once y se reparten por diferentes zonas geográficas.
La que mayor tamaño presenta es la constrictor; se han llegado a encontrar ejemplares en estado salvaje con una longitud superior a 4 metros.
Esta especie de serpiente tropical no es venenosa, su cabeza es de forma triangular con un cuello estrecho.
Se alimentan básicamente de pájaros de diversos tamaños, murciélagos, ratas y otros roedores, lagartos y zarigüeñas. El sentido de la visión no lo tiene bien desarrollado por lo que dependen de sus fosetas loreales que le permiten percibir a sus presas por el calor que desprenden.
Una boa posee gran fuerza para contraer sus músculos y de esta forma apretar su presa hasta asfixiarla, pudiendo ser del tamaño de un humano.
Son animales de sangre fría, por lo que necesitan regular su temperatura corporal con el sol, si quieren calentarse y, en cuevas o agua, si quieren enfriarse. Al no disponer de un sistema de autorregulación de temperatura, consumen menos energía, pero dependen de los factores externos para el buen desarrollo de todas sus funciones fisiológicas. Metaboliza lentamente el alimento por lo que, después de una presa, puede estar varios meses sin ingerir nada.
A llegar el tiempo de la reproducción, la hembra desprende por su cloaca feromonas para atraer al macho y éste está en movimiento a su alrededor. Cuando la hembra se muestra receptiva, el macho lentamente se pondrá sobre ella. El cortejo es todo un ritual que sucede de forma lenta, es entonces cuando al hembra ovula y el macho con uno de sus dos hemipenes deposita en su cloaca el esperma. Durante la gestación la hembra perderá la piel y necesitará exponerse más tiempo al sol para absorber calor. Pasados cuatro meses dará a luz unas 20 o incluso 60 crías.